Un estudio científicio acaba de confirmar lo que muchos padres sospechaban desde hace tiempo: los adolescentes viven en un desfase horario continuo. No duermen lo suficiente y tienen dificultades en la escuela porque su reloj propio los convierte en una especie de aves nocturnas.
La mayoría de los adolescentes están obligados a despertarse hasta dos horas y media antes de lo que su ritmo natural exigiría, precisa el estudio, obra de tres investigadores de la Universidad Tecnológica de Swinburne (Melbourne, sureste de Australia) y publicado el martes en la revista Journal of Adolescence.
Los investigadores han estudiado el sueño de 310 alumnos australianos de bachillerato, en período escolar y durante las vacaciones. Aunque duermen más de nueve horas en vacaciones, tienen que contentarse con menos de ocho cuando van al instituto. Las investigaciones anteriores han demostrado que nueve horas de sueño es lo más adecuado para los adolescentes.
La falta de energía, la irritabilidad, la tristeza y las actitudes negativas hacia sí mismos forman parte de los estragos que provoca la falta de sueño. Cada individuo tiene una predisposición genética para levantarse muy temprano o acostarse tarde, explica Suzanne Warner, co autora del estudio. Pero en el momento de los cambios hormonales propios de la adolescencia, los jóvenes empiezan a dormir más tarde, y si pueden, se levantan también más tarde.
La clave del problema está en la melatonina, una hormona que "señala" al cuerpo que necesita dormir. En la pubertad, la hormona es segregada cada vez más tarde. Los factores medioambientales también desempeñan su papel, según Suzanne Warner. Así, la luz artificial, que tiende a disminuir la cantidad de melatonina segregada, y los ordenadores impedirían que los adolescentes se den cuenta de su necesidad de dormir.