Ni la familia Telerín ni el Topo Gigio o el Tata Colores tendrían trabajo en estos tiempos. Esos personajes televisivos que con sus canciones invitaban a los niños de las décadas de los 70, 80 y 90 a irse a dormir. Y no sólo por su estética o la ingenuidad de sus caracteres. Sino porque, siguiendo una tendencia casi mundial, la rutina de los chilenos, grandes y chicos, ha ido robándole cada vez más horas a la noche.
Un fenómeno que comenzó a manifestarse de forma casi imperceptible hacia fines de los noventa, pero que hoy tiene al 80% de los chilenos durmiendo menos de seis horas diarias, según la neuróloga Perla David, académica de la Universidad de Chile, quien cita un estudio realizado el año pasado por la Asociación de Medicina del Sueño de Argentina en varios países de Latinoamérica. En 1999, esta cifra no superaba al 30%.
En Estados Unidos, la tendencia ha sido similar: entre 2001 y 2009, el número de americanos que reconoce dormir más de ocho horas diarias cayó de 38% a 28%. Para los especialistas, la disminución de las horas de sueño ha marcado la última década en el mundo occidental y las causas están relacionadas con la masificación de la tecnología, con jornadas laborales cada vez más prolongadas, con mayores tiempos de desplazamientos debido a la extensión de las ciudades y con una idea que se ha ido consolidando: dormir es un tiempo muerto que puede aprovecharse para disfrutar el escaso tiempo libre.
En una encuesta de la División de Planificación Sanitaria del Ministerio de Salud realizada en 2006, sólo el 19% dijo trabajar menos de ocho horas diarias. Y más de un tercio dice que ocupa entre una y tres horas diarias en trasladarse entre su casa y su trabajo cada día (ida y vuelta).
DÍAS MÁS LARGOS
Los chilenos respondieron a este nuevo escenario prolongando su día. "No les alcanza el tiempo. Los padres quieren ver más a sus hijos, quieren revisarles las tareas, preparar la comida. Los más jóvenes quieren ver un programa de televisión con su pareja. Y no ven como algo negativo dormir menos", dice la doctora David.
Entre 2000 y 2009, por ejemplo, el número de televisores encendidos entre las 24 horas y las tres de la madrugada aumentó en 14%. No es todo. El 58% de los mensajes que en Chile se escriben en redes sociales como Twitter o Facebook se registra entre las siete de la tarde y las seis de la mañana, según un estudio de OMG Research de este año.
Otro dato: de los más de 2.400 chilenos encuestados en 2005 por Cimagrup para el estudio Uso del Tiempo, sólo el 14,3% reconoció irse a dormir entre las 22 y 22.15 horas. Una hora después, a las 23, un tercio ya estaba en la cama.
Eso también explica que el consumo promedio de energía a la una de la madrugada durante los días de invierno en los hogares chilenos, según cifras de Chilectra, es mayor incluso que el de las siete de la mañana, cuando la mayoría se levanta para empezar la rutina.
Recién a las tres de la mañana, según el estudio de Cimagrup, el 93% de los chilenos está durmiendo. A esa hora las luces, los televisores, los computadores y las luces se apagan, cayendo el consumo de energía a una de las cifras más bajas.
Hoy, no es extraño que padres y adolescentes se estén acostando a la misma hora, pasada la medianoche. Y lo peor es que el sueño perdido no se recupera, porque el despertador sigue sonando a la misma hora de siempre. Incluso un poco antes. De hecho, el encendido de los televisores experimentó un alza cercana al 56% entre las seis y ocho de la mañana en los últimos nueve años. Mientras la hora peak en el Metro de Santiago, por ejemplo, se adelantó: según cifras de la empresa, el momento de mayor afluencia de público durante la mañana actualmente es entre las 7.30 y 8.30. Hace 10 años, era entre las 7.45 y 8.45 horas.
EL MERCADO RESPONDE
"Es un fenómeno de las sociedades modernas. Se van generando ofertas permanentes de actividades, de bienes y servicios, ante un recurso escaso como es el tiempo", dice Carlos Catalán, sociólogo y director académico del Master en Comportamiento del Consumidor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Y en Santiago, por lo menos, los panoramas se están ampliando y adaptando a la conducta nocturna de los chilenos. Los horarios de trasnoche en los cines han aumentado, mientras restaurantes, discotecas y pubs han estirado también sus jornadas. "Hace un par de años, los happy hour empezaban a las seis y media de la tarde y terminaban a las diez y media. Pero ahora se han prolongado hasta las dos y media de la mañana", dice Augusto Noceda, dueño del Bar Vittamina en Providencia. No importa el día para salir y distraerse. "Los días de semana tenemos gente hasta las 3 ó 4 de la mañana. Son los mismos que tienen que trabajar al día siguiente", dice Gabriel Carvajal, administrador de Bar Dublín en el Patio Bellavista. Los restaurantes tradicionales también se han tenido que adaptar. En Eladio, con 26 años de existencia, evalúan cerrar la cocina después de las doce, algo impensado en la mayoría de los restaurantes hasta hace no mucho. "Hay gente que llega a la medianoche a comer", dice Jorge Herrera, su gerente general. Las discotecas también han experimentado el impacto de esta nueva jornada de los chilenos: "Si en 2002 se llenaba a las 23 horas, ahora es a las 2 de la mañana. Si antes era un lugar para quedarse, ahora es más de tránsito. Antes viene la previa y después de salir de acá, el after", dice Marcelo Yáñez, dueño de Costa Varúa.
Algo similar ha ocurrido con otros lugares de esparcimiento, como los gimnasios. Hacer ejercicio en la madrugada también se puede porque ahora existen los gimnasios 24 horas. Estudiantes y trabajadores son los clientes que pueden verse cada vez con más frecuencia desde la medianoche y hasta las tres de la madrugada, corriendo en las trotadoras y haciendo pesas. "Mucha gente nos preguntaba si se podía implementar este horario porque no podían hacer ejercicio en otro. Entre 15 y 20 personas son las que hacen ejercicios a esta hora. Ya tenemos tres gimnasios y hay proyectos para más", dice Daniel Piña, gerente de marketing de gimnasios Pacific. Como esta empresa, hay varias de todos los rubros que se están acomodando para entregar más ofertas a los chilenos que viven la noche como el día.
JÓVENES NOCTÁMBULOS
"La gente cree que el sueño nocturno es tiempo muerto, quieren aprovecharlo y no tienen conciencia de que es tiempo valioso para el cuerpo", dice Leonardo Serra, neurólogo de Clínica Alemana. Dormir menos horas provoca consecuencias a corto y largo plazo que han sido estudiadas en los últimos años alrededor del mundo. "Por mucho tiempo el sueño no fue bien estudiado. Los investigadores decían que sólo cuatro horas de sueño eran realmente importantes y el resto, sólo de relleno. Eso es falso. Hoy se sabe que aunque se disminuya un poco las horas de sueño, se pierde alerta y vigilancia", dice Ennio Vivaldi, vicedecano de Medicina de la U. de Chile y especialista en sueño.
Si bien tanto adultos como jóvenes pueden tener severas consecuencias, a los especialistas les preocupa el ritmo que llevan los estudiantes. "Son los jóvenes los que en su mayoría más extienden las horas de vigilia. A esa edad, se necesitan más horas de sueño, pero además el cuerpo tiende a dormirse más tarde y a despertar más tarde. Es una tendencia del reloj biológico por la secreción de melatonina que se produce una hora más tardía", dice Serra. Según los datos que maneja Perla David, "hoy, cerca del 68% de los jóvenes y adolescentes duerme menos de seis horas diarias cada noche".
Los efectos del mal dormir
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- Disminuye el alerta
La somnolencia produce en las personas una notable disminución de los reflejos, de su capacidad de alerta y produce un fenómeno llamado "la pérdida del sentido del riesgo", lo que causa una mayor cantidad de accidentes. La reducción de las horas del sueño lleva a una somnolencia diurna y a un funcionamiento sicomotor alterado. Cuando una persona tiene una reducción del sueño de un 20%, que equivale a dormir seis horas en la noche, tiene un funcionamiento durante el día que equivale a 0,5 grado de alcohol en la sangre.
- Incrementa la obesidad
Un estudio de 2007 de la Universidad de Michigan, realizado entre 785 niños, demostró que por cada hora adicional que dormía un niño, el riesgo de tener sobrepeso disminuía un 40%. La falta de sueño afectaría las hormonas que participan en el metabolismo de la grasa, explicaron los autores de la investigación. Por ejemplo, reduciendo los niveles de leptina, una hormona que suprime el apetito. Otro estudio, realizado en la Universidad de Columbia, descubrió que las personas que duermen cuatro horas o menos de noche son 73% más propensas a la obesidad.
La obesidad infantil en Chile, actualmente, llega al 20%. Mientras que en los adultos, el sobrepeso es superior al 65%.
- Eleva diabetes tipo 2
La falta de sueño de manera recurrente promueve la aparición de diabetes.
Un estudio de la Universidad de Chicago, en Illinois, concluyó que la falta de sueño potencia la acción de los estilos de vida no saludables (comer en exceso y sedentarismo) y, con ello, aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Y la pérdida de horas de sueño analizada por los científicos para estos efectos fue de ocho a cinco cada noche.