Nuevos estudios aseguran que trabajar de noche aumenta el riesgos de padecer cáncer de mama
El trabajo nocturno es muy perturbador para las funciones vitales humanas. El ritmo biológico del cuerpo humano nos prepara para que funcionemos “a tope” durante las horas diurnas, regulando la fase de activación (o vigilia) durante el día y la fase de desactivación (o
sueño) durante la noche, según los ritmos circadianos. Por ello, la jornada laboral más adecuada estaría comprendida entre las 6.00 y las 20.00 horas, que es cuando el cuerpo humano se encuentra mejor preparado para funcionar correctamente. Fuera de este período, el cuerpo se sosiega, pudiendo incluso bajar la temperatura corporal en 1 ó 2 grados centígrados. Por ello, el trabajo nocturno es el que peor se adapta al ritmo biológico del trabajador/a, haciendo que su rendimiento laboral sea menor y que la accidentabilidad sea más probable.
Las personas que trabajan en este horario normalmente se sienten menos satisfechas con su trabajo, y están más predispuestas a neurosis con comportamientos obsesivos, y a alteraciones que van desde trastornos del carácter hasta reacciones histéricas. Además, el trabajo a turnos repercute en la vida privada de cada trabajador/a, por inadaptación al ritmo de vida de la familia, acarreando numerosos conflictos familiares. También dificulta las relaciones sociales por la imposibilidad de coordinar los horarios con las amistades o participar en actividades colectivas (deportivas, culturales, sociales, etc.).
Las conclusiones de diversos estudios, algunos de ellos elaborados por la OIT, señalan que los trabajadores/as de turnos de noche pierden cinco años de vida por cada quince de jornada laboral, se divorcian tres veces más que el resto de sus compañeros/as y tienen un 40% más de posibilidades de padecer trastornos neuropsicológicos, digestivos y cardiovasculares. Los más vulnerables son los de edades más avanzadas, y tienen más riesgo de envejecimiento prematuro y aumento de la morbilidad.
Estudios recientes nos dicen que además existe una correlación entre las personas que trabajan de noche y una mayor incidencia del cáncer. En 1987, Richard Stevens (epidemiólogo de cáncer y profesor de la Universidad de Connecticut) publicó una ponencia sugiriendo un vínculo entre la luz por la noche y el cáncer del seno (basándose en el rápido aumento de cáncer de mama a principios de los años 30 entre trabajadoras de sociedades industrializadas, donde el trabajo nocturno se consideraba un sello de adelanto). Se consideró una idea alocada en su momento, pero este hecho se ha visto corroborado con el paso de los años. Otros estudios muestran que es posible que los hombres que trabajan de noche tengan una mayor incidencia de cáncer de próstata.
Carmen Marrero, Secretaria de Salud Laboral de CC.OO. Canarias, aclara que los científicos sospechan que el trabajo de noche es peligroso porque la luz limita la producción de
melatonina (hormona que impide la creación de tumores), por lo que normalmente se produce por la noche. Así que los que trabajan de noche (con luz artificial) pueden tener niveles más bajos de dicha hormona, teniendo más posibilidades de desarrollar cáncer. De hecho, la Agencia Internacional de Investigaciones de Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud, a clasificado los trabajos de horas irregulares como “probablemente cancerígeno” (Grupo 2A), lo que coloca dicha actividad en la misma categoría que los esteroides anabólicos, la radiación ultravioleta y los gases generados por los motores de diésel.
El Gabinete de Salud Laboral y Medio Ambiente de CC.OO. Canarias apuesta por reducir al mínimo el número de tareas a desempeñar en horario nocturno, así como su complejidad. Además los turnos nocturnos siempre deberían ser más cortos que los diurnos, y con mayor número de descansos. Muchos expertos coinciden en la necesidad de una siesta nocturna de media hora, que se realizaría preferiblemente sobre las tres de la madrugada. La empresa también debería facilitar comida caliente y equilibrada durante este turno, e instalar espacios adecuados y prever el tiempo suficiente durante la jornada laboral para comer. Carmen Marrero recuerda que es imprescindible consultar a los trabajadores antes de diseñar estos turnos; y que según la ley 31/95 de prevención de riegos laborales no pueden trabajar por la noche ni embarazadas ni madres lactantes, ni cualquier otro trabajador al que se le reconozcan problemas de salud ligados con el trabajo nocturno. Además, la OIT recomienda que a partir de los 40 años de edad el trabajo nocturno continuado sea voluntario.
FONTE:
http://www.infonortedigital.com/index.php?id=37010&seccion=13