Según investigadores de dicha universidad, demasiada iluminación nocturna conduciría a probabilidades más altas de contraer cáncer de próstata o de mama. El problema detectado: el exceso de luz interfiere con el proceso de secreción de la melatonina, una hormona secretrada por la glándula pineal durante la oscuridad. A niveles menores de melatonina, mayor riesgo de cáncer.
El descubrimiento, dirigido por el profesor Abraham Haim, se apoya en hallazgos anteriores de la propia universidad en los que ya se vinculaba la luz nocturna (light at night o LAN) con el cáncer.
Haim y un grupo de investigadores decidieron retomarlo y estudiar con más en profundidad esas relaciones.
Los resultados mostraron que los ratones expuestos a ‘días cortos’ (más oscuridad) tuvieron un menor desarrollo del cáncer. Los ratones expuestos a un fotoperiodo más largo tuvieron un mayor desarrollo de la enfermedad, incluso desarrollaron los tumores más grandes. El estudio confirmaba la relación entre la melatonina, la iluminación nocturna y el desarrollo del cáncer.
Sin embargo, los investigadores desconocen todavía los mecanimos implicados en esa relación. Ya sabíamos que la contaminación lumínica era un problema ambiental. Ahora también sabemos que puede colisionar con nuestros relojes biológicos y deteriorar nuestra salud.